Juicios y prejuicios
Día 11
Constantemente, ante cualquier circunstancia, la mente tarda menos de 15 milisegundos en generar juicios y emociones. Cuando empezamos con la práctica del Mindfulness comenzamos a sorprendernos por este hecho. La mente categoriza y etiequeta, sin que nos demos cuenta, todo lo que aparece ante ella.
Imagina. Tienes un asunto que tratar con la administración. Es un funcionario quien te atiende. La mente ata sus propios cabos porque su pelo te recuerda a un antiguo compañero que te jugó una mala pasada. Así que sin saber, racionalmente, la razón, el trámite se ve empañado porque…ese funcionario es una persona intratable, altanera, insoportable y estúpida.
En un trayecto largo en autobús te sientas al lado de una mujer que lleva un perfume ligeramente parecido al de una prima muy querida. La mente relaciona y al entablar conversación con esta mujer, te sientes, enseguida, en sintonía con ella. El viaje se te hace corto y ameno.
Estos son ejemplos sencillos de lo que los juicios y prejucios pueden crear. La solución es simple: no dejarte llevar por esa única posibilidad que ofrece la mente, porque no es la única.
La mente trabaja juzgando como “buenas” algunas cosas, personas o situaciones porque nos hacen sentir bien. Otras son condenadas porque nos hacen sentir algo desagradable. Sin darnos cuenta de que lo que nos produce dolor o sufrimiento es nuestra reacción ante eso que etiquetamos bueno o malo.
Estas reacciones automáticas que juzgan la experiencia, tienden a dominar nuestra mente y nos impiden encontrar la calma. Con la práctica del mindfulness aprendemos a observarlos y reconocerlos. Sin necesidad de juzgar estos juicios para complicarnos más. Simplemente nos damos cuenta de que sucede y ya está.
Presta especial Atención, en el día de hoy, a los juicios que surgen en tu mente ante cualquier situación, tarea, relación u obstáculo.
Sé consciente de qué tipo son. Si hay algún patrón que se repite, si se relacionan con determinadas personas o situaciones concretas.
¿Puedes relacionarlas, en el fondo, con miedos, expectativas, desconfianza, dudas sobre tus capacidades o valía?
¿Te llevan a un deseo de evitar o buscar conflicto?
¿Es miedo al rechazo? ¿Identificas algo más en ellos?
Cada vez que pilles a tu mente, prejuzgando o juzgando, párate un instante y dirige el foco de atención a tu cuerpo. ¿Cómo siente tu cuerpo ese acción mental? ¿Puedes notar en qué parte se instala? ¿Hay tensión o crispación de algún tipo?
Observa, solo observa.
“Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio.”
Yolanda dice
Sólo observar, sin juzgar me cuesta. Necesito desaprender los años de ojo crítico y emociones arrebatadas. Pero vivo en la confianza de acercarme a esa atención y disfrute cotidiano . Gracias. Namaste .
Generosa Lombardero dice
Hola Yolanda. Desde luego el juicio es una función de la razón y puede ser que nos proteja. Es como un amigo que nos hace un comentario o da un consejo. Nosotras decidimos si hacer caso o seguirlo. «Atención y disfrute», como dices. Un abrazo de domingo.